
Cuando comenzó la guerra en Ucrania el pasado 24 de febrero, el Hno. Łukasz Dmowski era el Superior Provincial de la Provincia Polaca de San Juan de Dios, y en medio de la alarma y la incredulidad, empezó a coordinar la respuesta de los centros de la Orden Hospitalaria en la región, ante el flujo incesante de personas desplazadas por el conflicto. Desde entonces, también asiste puntualmente a todas las reuniones de la comisión creada por la Oficina de Misiones y Cooperación de la Curia General con Juan Ciudad ONGD, para coordinar la ayuda internacional de San Juan de Dios y su campaña ‘Emergencia en Ucrania’.
¿Cuándo entró en la Orden Hospitalaria y qué labor ha desempeñado?
Llevo 17 años en la Orden Hospitalaria, donde empecé mi ministerio después de terminar mis estudios de medicina en Varsovia. Me especialicé en medicina interna y geriatría, y en los últimos años he ejercido profesionalmente sobre todo en el Centro Médico de SJD de esta ciudad. Durante el último cuatrienio –hasta abril pasado– he sido el Superior Provincial de la Provincia Polaca de la Orden Hospitalaria, y desde hace unos días soy el Superior del Convento de San Juan de Dios en Wroclaw. Tengo 43 años y mi gran alegría es ser tío de mis cuatro sobrinas, hijas de mi única hermana.
Nací en una época en la que Polonia dependía en gran medida de la Unión Soviética (de 1945 a 1989 Polonia funcionó como la República Popular de Polonia, un estado con un sistema socialista), y sin embargo viví toda mi infancia, probablemente al igual que la gran mayoría de los lectores, en una época de paz. La Segunda Guerra Mundial era un tema que conocíamos de la escuela y de los recuerdos de nuestros abuelos, que siempre nos parecían muy distantes y algo irreales. Vivíamos convencidos de que tales acontecimientos no volverían a producirse en la historia de nuestro continente, pero llegó el 24 de febrero de 2022 y Rusia atacó a Ucrania.
¿Cómo empezó la crisis humanitaria?
Ucrania, junto con Bielorrusia y Lituania, es uno de nuestros vecinos orientales. Desde hace unos 20 años la Provincia Polaca de San Juan de Dios tiene un centro en Ucrania en la localidad de Drohobych, a unos 70 km de la frontera con Polonia. Allí gestionamos un centro de atención comunitaria, que cuenta actualmente con cuatro Hermanos que cuidan de personas ancianas, visitándolos en sus propias casas. Además, todos los días se distribuyen medicamentos y alimentos a las personas necesitadas, independientemente de su nacionalidad o religión.
Por otro lado, el ucraniano se puede escuchar en las calles de Varsovia y otras ciudades polacas desde hace ya unos años. Polonia se ha convertido en un lugar de trabajo popular para los ucranianos. Tras la adhesión a la Unión Europea la calidad de vida en Polonia mejoró notablemente y los ucranianos podían ganar mejores sueldos que en su país de origen. Por lo general los ucranianos trabajaban en obras de construcción, hospitales, centros asistenciales o como personal de limpieza, y se estima que en 2021 superaban el 1,3 millones de personas. Gracias a esta presencia las relaciones mutuas iban mejorando, y la verdad es que no siempre fueron buenas en el pasado. La generación anterior guardaba viva la memoria de la llamada Masacre de Volhyn, que tuvo lugar entre 1943 y 1945, cuando bajo la ocupación nazi alemana los comandos nacionalistas ucranianos llevaron a cabo una matanza de la población de las regiones orientales de Polonia, asesinando, a menudo con una crueldad espantosa, incluso a las mujeres y los niños.
Lo explico para que podáis apreciar mejor lo que está sucediendo actualmente en las relaciones polaco-ucranianas, ¡y están sucediendo cosas buenas! Como ya he mencionado, consideraba que la paz era algo natural, por eso en la mañana del 25 de febrero nos costaba creer lo que escuchábamos en los noticieros. ¿Así que Putin no iba de farol? ¿Realmente están cayendo misiles a pocos cientos de kilómetros de Varsovia? ¿Cuáles serían los próximos movimientos de este dictador sin escrúpulos? Preguntas de esta índole surgían sin parar en nuestras cabezas.
Cuando comenzó la guerra los numerosos colaboradores ucranianos, empleados en los hospitales y otras obras de San Juan de
Dios en Polonia, estaban destrozados
¿Cómo afectó esto a las personas de Ucrania que estaban asentadas en Polonia y los centros de SJD?
Los numerosos colaboradores ucranianos, empleados en los hospitales y otras obras de San Juan de Dios, estaban destrozados, muchos lloraban. Los jóvenes electricistas que trabajaban en la renovación de nuestro centro en Varsovia decidieron volver a Ucrania. El jefe de la empresa constructora les pagó el sueldo de varios meses por adelantado, porque quiso apoyarlos.
Empezamos a organizarnos. En algunos centros se designan a ‘ángeles de la guarda’ para los ucranianos: a cada trabajador ucraniano se le asigna un trabajador polaco para que se ocupe de sus necesidades, apoye con la conversación y ayude a tomar las decisiones difíciles.
¿Cómo reaccionaron los Hermanos de Drohobich?
La declaración de los Hermanos de Drohobycz fue clara: quieren permanecer en Ucrania, incluso si la acción militar llega al oeste del país, donde se encuentran. El Hermano Tomasz después de dos semanas de guerra, decidirá volver a Polonia por consideración a su madre. Les llegan las palabras de nuestro Hno. Superior General Jesús Etayo, que les muestra todo el apoyo de la Institución y sus oraciones, y subraya que tienen la libertad de decidir si van a permanecer en Ucrania.
¿Cómo empezó ese río que aún no ha cesado?
El segundo o tercer día llegan los primeros refugiados de Ucrania. En la primera oleada llegan personas bien organizadas; son las más cualificadas, jóvenes y emprendedores. Ya se habían ido preparando influidos por la información que llegaba desde Rusia. En nuestra comunidad de Varsovia acogemos durante una noche a una pareja de estudiantes que ya tienen un visado para Australia. Les acompaña otra estudiante, que va al sur de Polonia, donde tiene amigos. A la noche siguiente llega una familia de tres personas de camino a Estonia. Llegaron a Varsovia a través de Hungría (un largo desvío) para evitar la espera en la frontera ucranianopolaca, que ya suele ser de 2 a 3 días. Y esta frontera –a pesar de ser una frontera exterior de la Unión Europea– se está convirtiendo probablemente en
la frontera más transitada de la Unión. El tráfico va en ambas direcciones: decenas de miles de madres con hijos vienen a Polonia, los hombres jóvenes se van a Ucrania…
Un amigo periodista organiza transporte de alimentos y productos médicos a Drohobych. Nos cuenta que en la frontera se ven también transportes de armas, que los ucranianos desesperadamente necesitan. Cuando llegan en coches sin matrícula, la cola se aparta y cruzan la frontera casi sin frenar…
¿Cuál fue la reacción desde el exterior?
Ya en las primeras horas de la guerra nos llaman de todas las Provincias europeas de San Juan de Dios: ¿cómo podemos ayudaros? ¿Cómo podemos ayudar a Ucrania? ¿Estáis a salvo? ¿Y los hermanos de Drohobych? Trato de responder a todos los amigos de la Orden ¡que resultan ser tantísimos en estas horas difíciles! En el trabajo sólo hay un tema de conversaciones: la guerra. ¿Cómo es posible? ¿No es una especie de pesadilla de la que despertaremos? Una experiencia común del primer fin de semana de esta guerra es la incesable búsqueda en internet, a todas las horas de la noche, madrugada y amanecer: ¿Kiev aún no ha caído?
¿Sigue aguantando los ataques aéreos? ¿Qué dice el presidente Zelenski?
Cada día hay un reto nuevo.
Un día nos llamaron los Hermanos de Portugal porque hay un grupo de voluntarios en Polonia que vinieron para entregar unas donaciones, y ahora están organizando el transporte desde Ucrania a Polonia para 150 mujeres y niños refugiados. No tienen donde pasar la noche y ya es tarde en los alrededores de Cracovia. Al cabo de dos horas las camas les esperan, pero los viajeros quedaron atascados cerca de Przemyśl y no llegaron antes de la madrugada. Mientras tanto, la familia de una compañera de medicina interna de nuestro hospital de Cracovia acoge durante unas noches a una familia ucraniana. Cuatro niños, su madre y su tía quieren ir a Escandinavia, pero el más pequeño está enfermo: da positivo por Covid. Bueno, pues sí, seguimos con el coronavirus. Así pasan los primeros días de guerra. ¡Qué bien que los polacos abrieron sus casas!
¿Cómo fue esa apertura?
En las estaciones de tren y en las escuelas se organizan albergues nocturnos, porque los invitados ucranianos (como llamamos a los refugiados) necesitan un momento de descanso entre los cambios de tren, pero la gran mayoría se alojan con familias polacas. Es bueno que no nos metamos en el pasado histórico. No hay que olvidar a Volhynia, pero aquella atrocidad debe motivarnos a hacer el bien y a responder con el bien al mal que ahora Putin ha desatado en Ucrania.
Hoy, en el 75º día de la guerra, hay tres millones doscientos mil invitados de Ucrania en Polonia. Los niños van a escuelas polacas, pueden recibir asistencia en hospitales y ambulatorios públicos. En las estaciones de tren reciben tarjetas SIM gratuitas ¡Qué bien que estamos ayudando! Polonia se ha vuelto azul y amarilla, tiene los colores de la bandera de Ucrania.
¿Cuál es la situación actualmente en los centros de SJD en Ucrania y Polonia?
Me alegro de que los hermanos de la comunidad de Drohobych hayan decidido continuar su misión. ¡Aunque por supuesto que no están seguros! Las hostilidades tienen lugar a más de mil kilómetros de distancia, en el este de Ucrania, pero las bombas llegan a todas partes, desde Odessa a Leópolis, cerca de la frontera ucraniano-polaca. Además, es sabido que si los rusos entraran en Drohobych, la comunidad polaca sería uno de sus primeros objetivos; al fin y al cabo, el ministro Lavrov ha calificado a Polonia como un país hostil, aliado con los EE.UU. Además, Putin coopera con la Iglesia Ortodoxa, que aún ve con recelo a los católicos, a pesar del gran esfuerzo del Papa Francisco.
Tras acoger a los invitados de Ucrania, los Hermanos de Polonia siguen involucrándose en la asistencia. Actualmente en los centros y comunidades de SJD en Polonia viven en total más de 80 mujeres y niños y niñas, en las guarderías, organizan los productos necesarios –desde pañales a medicinas– y ayudan a buscar empleo, sobre todo a las personas con formación médica.
Durante el Capítulo de la Provincia Polaca de SJD que hemos celebrado del 4 al 8 de abril, los Hermanos hemos compartido la alegría de poder hacer algo bueno en tiempos tan difíciles, y en nuestros refectorios, habitualmente tan vacíos y silenciosos, hoy se escuchan el alboroto, los gritos y las risas de los niños. ¡Gracias a Dios hemos podido ser útiles!
¿Podría contarnos cómo es la situación de las personas que huyen de la guerra?
Al principio, los invitados de Ucrania estaban convencidos de que sólo se quedarían unos días, hasta que Ucrania ganara la guerra y cesaran las hostilidades. Por eso, la mayoría preferían estar más cerca de casa, de Ucrania, en el este de Polonia. También eran más proclives a quedarse en las ciudades. Sin embargo, hoy en día las zonas rurales de Polonia no son muy diferentes a las ciudades. El Parlamento polaco ha aprobado la legislación correspondiente que regula la ayuda que los ucranianos reciben del estado polaco: se les concede el llamado número PESEL (el número de identidad que todo ciudadano polaco posee, y facilita acceso a servicios de todo tipo, por ejemplo bancarios), y tienen cobertura de seguro sanitario, los niños pueden acudir a las escuelas y las guarderías, y pueden viajar gratis en trenes y tranvías.
Hasta ahora hemos satisfecho todas las
necesidades de los invitados acogidos
(como llamamos a los refugiados ucranianos) en nuestros centros; y
estamos muy agradecidos por vuestro apoyo”
Por parte de la Orden Hospialaria, hasta ahora hemos satisfecho todas las necesidades de los invitados acogidos en nuestros centros; y estamos muy agradecidos por vuestro apoyo, gracias a los donantes de España, Portugal, Francia e Italia por su ayuda económica, que nos llegó a través de la Oficina de Misiones y Cooperación de nuestra Curia General.
Para poder dar respuesta a tantas personas con necesidades diversas, ¿cómo se ha organizado la ayuda?
Las provincias de Baviera y Austria ayudaban desde los primeros días de la guerra enviando la asistencia humanitaria directamente a Ucrania, con la ayuda de Cáritas Polonia. La delegación húngara regaló una ambulancia que se está utilizando en el este de Ucrania.
En Drohobych, trabajamos en estrecha colaboración con el párroco local, y aunque puede resultar sorprendente, el sacerdote nos pidió material de protección personal para los jóvenes que sirven en la defensa del territorio o son enviados al frente.
Por otro lado, en circunstancias normales en Polonia no suele haber escasez de medicamentos ni de materiales para curas y cirugías, pero debido a nuestra proximidad y a las enormes necesidades que surgieron en Ucrania, en los primeros días de la guerra se hizo problemático obtenerlos. Por lo tanto, ha sido muy valioso poder disponer estos suministros con la ayuda que hemos recibido de Europa Occidental, y nos gustaría dar las gracias a todos los que la han hecho posible.
En nuestra Provincia Polaca contamos con la Fundación San Juan de Dios que es un organismo tipo ONG, pero consideramos que no era lo suficientemente grande como para organizar la ayuda destinada a Ucrania, y decidimos apoyar a organizaciones más grandes, concretamente a Cáritas –tanto polaca como ucraniana–; y con su ayuda organizamos el transporte de alimentos y productos médicos. Algo complejo al tratarse de una zona de guerra.
¿Cómo describiría ese trabajo conjunto?
La cooperación es muy buena. Las estructuras de la Orden ayudaron a organizar y financiar las compras de suministros médicos, y Cáritas ayudó a almacenarlos temporalmente en Polonia y a transportarlos a las zonas más necesitadas. En la Provincia, además, hemos designado un coordinador de vivienda y un coordinador médico para atender las llamadas de las personas ucranianas y canalizar sus demandas.
¿Cómo ve el futuro?
Ya han pasado 75 días desde que comenzó la guerra. Son demasiado 75 días. Este no es el lugar para analizar y hacer hipótesis sobre el futuro de la dañada Ucrania, o los problemas que afrontarán los rusos de a pie por la debilitada economía de su país. Pero espero que la brutal guerra llegue cuanto antes a su fin y que sea posible pasar a la fase de la reconstrucción. Sin duda, también será un momento que requerirá de nuestra participación y ayuda.
Espero que la brutal guerra llegue cuanto antes a su fin y que sea posible pasar a la fase de la reconstrucción. Sin duda, también será un momento que requerirá de nuestra participación y ayuda
Ucrania era un país afligido por la corrupción antes de la guerra. Espero que esta, paradójicamente, acelere el proceso de construcción de un estado democrático de derecho. Si esto sucede, debemos comprometernos de todo corazón a ayudar y, como decimos en Polonia, no dando peces, sino cañas de pescar.
En Drohobych, los Hermanos desde hacem uchos años tenemos la idea de crear una residencia para personas mayores que también sea hospicio. Hasta ahora, ha sido muy difícil obtener las licencias y los terrenos necesarios para construir el centro. Espero que en el futuro sea posible involucrar a la comunidad local en la creación de este centro.
¿Podría compartir un último mensaje que sintetice su sentir?
Queridos lectores, muchos tenéis experiencia en gestionar obras solidarias, en la coordinación del voluntariado y en la organización de campañas para recaudar fondos. ¡Planifiquemos un futuro mejor! Un poeta polaco escribió que de todas las cosas del mundo, sólo quedarán estas dos: la poesía y la bondad. Respondamos con amor a la guerra y a las atrocidades inhumanas en curso, y hagamos juntos el bien.
Respondamos con amor a la guerra y a las atrocidades inhumanas en curso, y hagamos juntos el bien