Hno. Pascual Piles, fiel servidor de San Juan de Dios

Profundo conocedor de la figura de San Juan de Dios y fiel transmisor de los valores de la Orden. Un Hermano accesible, carismático, reflexivo y acogedor. Así era el Hno. Pascual Piles, con 56 años de profesión religiosa, falleció el pasado 29 de diciembre de 2021 a los 77 años de edad en la residencia de Hermanos Mayores del Hospitales San Juan de Dios de Zaragoza.

Un hombre cercano, sabio y acogedor, enamorado de su vocación de Hermano de San Juan de Dios

Artículo escrito por el Hno. Joaquim Erra i Mas

1er Consejero. Curia General Roma

Nació en Benifaió (Valencia) el 8 de septiembre del 1944. Cuando acabó el bachillerato, buscaba la manera de vivir la fe desde el servicio a los demás, desde la sensibilidad por los más necesitados, enfermos…

Entró en la Orden Hospitalaria en 1965 y vivió con una gran convicción su vocación hospitalaria. Acogedor y atento. Fue muy notoria su capacidad de relación, de diálogo, de acoger las realidades de las personas, siendo muy respetuoso y comprensivo. Un hombre de Dios con una gran madurez humana.

Era una persona inteligente y con inquietudes. Se formó en diferentes ámbitos (enfermería, teología, filosofía y psicología) y estuvo disponible para asumir diversas responsabilidades dentro de la Orden; durante un tiempo como formador de Hermanos y más adelante en temas de gobierno. Formó parte de consejos provinciales y generales de la Institución, y fue elegido Provincial en varias ocasiones, y durante doce años ocupó el cargo de Superior General de la Orden.

Los últimos años convivió con la enfermedad en la Comunidad de Hermanos del Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, donde murió el 28 de diciembre del 2021, a la edad de 77 años y 56 de profesión religiosa.

Las personas para él siempre fueron consideradas por encima de sus circunstancias, defensor de la dignidad humana, respetuoso con todos los estilos de vida y creencias.

Las expresiones de reconocimiento y agradecimiento a su persona y a su labor han sido muchísimas, procedentes de todo el mundo. Desde su talante de proximidad y con su capacidad de relación, había visitado y entrado en contacto con todas las comunidades existentes de la Orden cuando fue Superior General. Una aproximación a los Hermanos, pero también a muchísimos colaboradores (profesionales, voluntarios y bienhechores) que estos días lo recuerdan. Un maestro de la Hospitalidad.

El profundizó en la vida de San Juan de Dios, sobre todo a partir de sus cartas. Impulsó el estudio y la difusión de su espiritualidad. Desde su ministerio sacerdotal fue, sin duda alguna, un gran predicador de la figura de Juan de Dios. Una predicación que se hacía visible en su vida. Como Juan de Dios, era acogedor con todo el mundo. Las personas para él siempre fueron consideradas por encima de sus circunstancias, defensor de la dignidad humana, respetuoso con todos los estilos de vida y creencias. Una visión universal e inclusiva, muy coherente con el mensaje de Hospitalidad.

Una persona que acompañó todo aquello que fuera impulso e innovación. Se entusiasmaba con los nuevos proyectos e iniciativas que surgían de la Institución. Agradecía y confiaba en las iniciativas de los Hermanos, de los profesionales y de los directivos de la Orden.

Con satisfacción apoyaba e impulsaba todo lo que fuera difusión de expresiones de Hospitalidad. Eludía el pesimismo y desde el saberse en una historia de salvación guiada por Dios, mantenía siempre una sonrisa. Era amigo de la fiesta y de las celebraciones. Una persona de mentalidad y de carácter abierto que, como destacan algunos colaboradores, hacía fácil descubrir el don de la Hospitalidad.

Desde el ejercicio de la responsabilidad de gobierno, promovió siempre la incorporación y la delegación de funciones directivas a laicos. Una línea que siempre favoreció desde la visión de una Orden con una presencia notoria de laicos, con toda su pluralidad.

Siempre mantuvo que se puede vivir la Hospitalidad de Juan de Dios llegando desde opciones de vida y motivaciones diversas, que confluyen en la identificación y vivencia de la Hospitalidad.

El Hno. Pascual Piles quería a la Iglesia y se sentía comprometido con ella. Gozaba de los lugares de encuentro intercongregacionales, se interesaba por apoyar y ayudar, cuando era posible, a otros grupos o congregaciones. Trabajó y se esforzó por favorecer una pastoral de la salud y unas orientaciones éticas que respondieran a la realidad y a las necesidades de las personas. Su mentalidad abierta ayudaba a emprender nuevos retos, arriesgando por crear futuro…

Era una persona de gran talla espiritual, lo que le permitió encarar situaciones de dificultad, propias de la vida de las personas y de las Instituciones, con serenidad, compromiso y esperanza.

Hoy somos muchos y por todo el mundo, quienes le recordamos con un profundo agradecimiento, con reconocimiento y acogiendo su vida como una gran enseñanza. Gracias Pascual. Tu huella hospitalaria, de entrega cercana y generosa, es ya un don recibido para siempre. Gracias y descansa en la paz de Dios.

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